ORDERING: ARQUITECTURA COMPUESTA POR PARTES

A lo largo del siglo XX, las series o variaciones en el arte marcaron un cambio significativo en la forma en que se concebían y analizaban las obras. Lejos de ser piezas aisladas, estas obras deben comprenderse dentro de un conjunto mayor, donde la repetición y la transformación continua generan nuevas lecturas. Este enfoque propone un diálogo entre lo individual y lo colectivo, y cuestiona la noción tradicional de originalidad, planteando la posibilidad de que la repetición sea una vía hacia la perfección, la reflexión o la experimentación formal.
Para entender el impacto conceptual de estas series, es clave diferenciar entre los términos “desviación” y “derivación”. La desviación implica un alejamiento de un curso establecido, una ruptura deliberada con la norma o con un plan original. En cambio, la derivación apunta a una evolución progresiva desde una fuente inicial, manteniendo una relación estructural con el origen. Ambas nociones son fundamentales para comprender el arte en serie, ya que ayudan a interpretar las variaciones como respuestas, desarrollos o incluso errores creativos dentro de una línea continua de pensamiento.
Ejemplos icónicos de este enfoque se encuentran en las obras de artistas como Josef Albers y Henri Matisse. Albers, en su serie Homage to the Square, explora la percepción visual mediante combinaciones geométricas de colores que vibran y se superponen, desafiando la mirada del espectador. Cada pieza se deriva de una estructura común, pero se desvía cromáticamente para generar efectos ópticos distintos. Matisse, por su parte, desarrolló una técnica singular con sus “cut-outs”, creando composiciones vibrantes a partir de recortes de papel pintado. La serie no busca una sola imagen definitiva, sino una constante reinvención de formas que emergen de una fuente común: el gesto del corte.
Este principio de organización en serie encuentra un eco directo en la arquitectura, particularmente en lo que se conoce como arquitectura compuesta por partes. Según Antón Capitel, este enfoque consiste en estructurar un edificio a partir de elementos autónomos que, al integrarse, forman un conjunto coherente. Esta lógica modular permite una mayor adaptabilidad y responde a un pensamiento derivativo más que unitario. Así como las obras de Albers y Matisse no pueden entenderse plenamente por separado, los componentes arquitectónicos adquieren su sentido completo cuando se leen en relación con el sistema al que pertenecen. La arquitectura, como el arte en serie, construye significado a través de la conexión entre sus partes.
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