MUSEO GUGGENHEIM EN BILBAO

    Frank O. Gehry, l'architetto rivoluzionario del Guggenheim di Bilbao ...

    La arquitectura siempre ha jugado con esa tensión entre lo que se ve por fuera y lo que se vive por dentro. La fachada o superficie actúa como esa línea divisoria entre el exterior y el interior, pero también como una especie de mediadora entre ambos mundos. Muchas veces, lo que uno ve desde afuera no refleja lo que pasa adentro del edificio, y eso crea una especie de tensión entre lo estético y lo funcional. Esta dualidad ha sido tema de conversación desde hace siglos, y sigue siendo súper relevante hoy en día. Al final del día, la superficie no es solo algo decorativo, también es donde se encuentran la expresión formal del edificio y su uso real.

    Durante el Renacimiento, por ejemplo, se le dio mucha importancia a cómo se veía el edificio desde afuera, y eso marcó la manera en que se pensaba la arquitectura en general. La superficie externa se volvió casi tan importante como el espacio interno. Esa idea también se reflejaba en otras artes, como el dibujo y la escultura, donde el uso del pliegue ayudaba a mostrar texturas, movimiento y materialidad. Hoy en día, edificios como el Museo Guggenheim en Bilbao continúan con esa tradición de trabajar la piel del edificio como algo expresivo. Y no solo en arquitectura: artistas como John Chamberlain o Jorge Oteiza también juegan con la forma y la materia en sus esculturas, borrando la línea entre arte y arquitectura.

    Pero no todo tiene que ver con lo visual o lo llamativo. También hay arquitectos que trabajan la superficie de forma más contenida o abstracta. Rafael Moneo, por ejemplo, tiende a crear edificios donde la envolvente exterior no necesariamente refleja lo que pasa dentro. Su enfoque prioriza cómo se organiza el espacio interior, más allá de lo que muestra la fachada. Este tipo de arquitectura busca una separación clara entre la imagen externa y el uso interno, a diferencia de lo que pasa en proyectos más figurativos. En ese sentido, la superficie se vuelve más una herramienta de contención que de expresión.

    Este cruce entre arquitectura y escultura también forma parte de una discusión más amplia sobre qué disciplina tiene más peso dentro del mundo del arte. A veces se dice que la arquitectura es como una “escultura habitable” porque maneja formas parecidas, pero con un propósito funcional. La superficie, entonces, es ese punto clave donde las dos disciplinas se tocan y también se separan. Ahí es donde lo simbólico y lo práctico se encuentran, y donde se puede leer la intención del diseño. En ese sentido, la superficie no solo es piel, sino también un lenguaje que conecta el espacio con las personas.


 Referencias:


Participantes:

KEVIN Y. FUENTES MORALES
FABIOLA PÉREZ GUZMÁN
ANDREA GONZALEZ CABÁN

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